14 Ago 2025, Jue

¿Para quién es la riqueza que producen los migrantes?

#Editorial | 12/06/2025  

La migración ha estado presente en la historia de la humanidad desde tiempos remotos. Incluso en los relatos bíblicos, la migración aparece como un acto de esperanza y resistencia. Moisés, por ejemplo, condujo a su pueblo durante más de 40 años en busca de la tierra prometida, impulsado por el anhelo de una vida digna y de justicia social.

Han pasado miles de años desde entonces, pero los motivos que llevan a las personas a migrar siguen siendo similares: la búsqueda de oportunidades, la necesidad de escapar de la pobreza, la falta de políticas públicas que beneficien a las mayorías y la ausencia de empleos dignos. La migración, entonces, lejos de ser una amenaza, ha sido históricamente una fuerza transformadora que ha movido al mundo y sostenido su economía.

En distintas etapas históricas, las grandes potencias económicas se han beneficiado del trabajo incansable de las personas migrantes. Basta recordar cómo, hace apenas unos siglos, miles de europeos llegaron a América buscando riquezas que ya no encontraban en el Viejo Continente. Desde entonces, se estableció un modelo de desarrollo basado en la mano de obra migrante, muchas veces invisibilizada, mal pagada y explotada.

Hoy, ese modelo continúa. Los migrantes generan miles de millones de dólares con su trabajo: en los campos agrícolas, en la construcción de ciudades, en las fábricas, en los servicios. Pero ¿quién se beneficia de esa riqueza? La respuesta es clara: son los grandes empresarios y dueños de los medios de producción quienes obtienen las mayores ganancias. Son ellos quienes han construido imperios sobre el sudor y el esfuerzo de quienes han sido obligados a dejar sus países.

Las economías del norte global —y muchas del sur también— se sostienen gracias a la migración. Paradójicamente, quienes más se benefician del trabajo migrante son quienes menos alzan la voz cuando los derechos de las personas migrantes son vulnerados. Sin embargo, deberían ser los primeros en defender el derecho a migrar, porque sin migrantes no hay cosechas, no hay edificios, no hay fábricas funcionando.

Reconocer la migración como un derecho humano implica también reconocer que quienes migran no son “invasores” ni “cargas”, sino personas que aportan, que sostienen economías y que merecen condiciones dignas. La riqueza que producen no puede seguir acumulándose solo en manos de unos pocos. Es hora de preguntarnos con seriedad: ¿para quién es la riqueza que producen los migrantes? ¿Y por qué no para ellos y sus familias?

Sin los migrantes, no hay riqueza

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