#Opinión | Lucía Ixchíu

No necesito publicar ningún dato, no necesito buscar ninguna estadista oficial o de alguna institución para explicar la realidad de hambre que este país ha vivido desde hace más de 500 años, porque es una realidad sentida que hemos vivido los pueblos empobrecidos por este sistema económico que se basa en el despojo, en extraer todo la vida de estos pueblos y dominar nuestros cuerpos, subjetividades, deseos, nuestras vidas.

Hambre es lo que hay en los estómagos de más del 80% de la población de este país, hambre, rabia y hartazgo es lo que siente, lo que sentimos, en las calles en estos momentos hay un pueblo cansado, dolido en un país sin oportunidades para la juventud, la niñez, las mujeres, para nadie.

Quienes hemos salido a las calles a documentar, gritar, bailar, cantar, caminar, somos personas convocadas por la esperanza, manipuladas por la digna rabia, títeres de nuestras deudas y faltas de oportunidades, somos las de siempre, las de abajo, las come mierda, que quieren que la realidad desigual, colonial, patriarcal cambie.

El racismo, clasismo y discurso de odio de la clase política hacinada en el congreso de la república es desmedido, ayer y hoy fuimos llamadas terroristas, frijoleros al referirse al pueblo, ese pueblo que paga sus impuesto y que mantiene a la clase política de este país, el mismo que sale a manifestar como está tipificado en la constitución de la república, la clase política ha construido sus privilegios hartando comida lujosa, mientras las niñas y niños a diario mueren de diarrea.

Para las y los privilegiados que tenemos acceso a tener comida y poder desayunar frijoles todos días ya sea porque nos gustan o por elección, para las y los privilegiados que tenemos aparatos electrónicos, celulares y acceso a las redes sociales, el llamado es a salir a las calles, porque en Guatemala los frijoles han sido un alimento fundamental y sagrado para nosotros los pueblos y nos ha salvado de la hambruna.

Actualmente la gente en Guatemala se está muriendo de hambre, asociar el frijol con pobreza duele, duele su clasismo, su racismo duele su ignomia, su indiferencia. Pero de ellos ya no esperamos nada, los vamos  a sacar porque ya no los queremos, Que se vayan todos y todas.

No es solo el presupuesto, Giammattei, el Centro de Gobierno, son 500 años de un sistemático despojo, colonial, racista y extractivista. Es la Mega Minería, son las hidroeléctricas, el monocultivo de palma, las y los presos políticos, es la esclavitud actual, es la violencia sexual, es el patriarcado, los femincidios, las masacres actuales, razones tenemos miles para indignarnos.

Que se vayan todas y todos queremos una nueva constitución construida por las mujeres diversas, indígenas y mestizas, por los pueblos, sin caciques sin censuras, una constitución donde quepamos todas y todes.