Pablo Sigüenza Ramírez.

Mi nombre es Pablo Sigüenza Ramírez. Agradezco a la cadena radial FGER y al noticiero intercultural Maya K’at por la hermosa oportunidad que significa compartir mis ideas con el gran auditorio de la radio y el noticiero.  Admiro mucho el trabajo de la Federación Guatemalteca de Educación Radiofónica por el compromiso de transmitir información detallada, oportuna y documentada de los sucesos y noticias importantes para que la población del país conozca la realidad en que vive y así pueda tener herramientas para cambiar esa realidad.

Cuando digo que me da alegría poder compartir mis ideas con la audiencia, debo señalar que las ideas que compartiré con ustedes cada quince días, son resultado de varias fuentes, de varios orígenes. Mis ideas han sido abonadas por muchas personas: por un lado están las enseñanzas que en mi familia me fueron platicando día con día; por otro lado los conocimientos que en centros de estudio, universidades y libros me fueron enseñados; y por otro lado, las palabras que mucha gente me ha compartido tanto en la ciudad como en el campo.

Las veredas, los caminos rurales, las milpas, la vida campesina,  las mujeres rurales, las radios comunitarias, las organizaciones sociales y las comunidades son para mí lugares y procesos en los que aprendo mucho, siempre aprendo nuevas cosas. Uno de los aprendizajes que más valoro en toda mi vida es haber conocido qué es y cómo se hace la milpa. Este aprendizaje inició cuando  las manos morenas de mi abuelo tomaban las mías para caminar a la siembra. Sus manos revelaban una vida de duro trabajo: eran grandes, ásperas, llenas de callos y venas saltadas. Manos ligadas a un cuerpo y corazón de campesino. De niño en Mataquescuintla aprendió el trabajo en el campo. A los 15 años migró a la Ciudad de Guatemala y por cuatro décadas, fue repartidor de agua pura embotellada. Sin embargo, como muchos campesino que viven en la ciudad, siempre que pudo buscó desde inicios de cada año, un terrenito en el cual sembrar al menos una cuerda de milpa. Allí por abril iniciaba a limpiar el pequeño terreno y con las primeras lluvias se unía en un rito de armonía hombre y naturaleza con millones de familias campesinas en toda la región mesoamericana, transmitido de generación en generación. Sembraba maíz, frijol, ayotes, chiltepes y güisquiles.

Durante meses bajaba al terrenito alquilado para limpiar, cuidar y abonar la siembra. Luego, en octubre y noviembre nos convocaba a toda la familia la fiesta de la cosecha de maíz. Abuelo, papá, mamá y hermanos con costales en mano bajábamos al barranco de la Colonia Bethania, a recoger el fruto de la semilla que el abuelo Chilo sembró y cuidó con esfuerzo y cariño. Y luego la congregación de una docena de primos y primas, tíos y tías que en retozo desgranábamos las mazorcas de maíz sazón, mientras comíamos elotes cocidos y ayote en dulce. ¿Tiene usted algún recuerdo ligado a la siembra, cultivo o consumo de maíz? Las probabilidades en este país son muy altas.

Con el paso de los años, conocí a otros campesinos y campesinas, visité las comunidades del Altiplano, el oriente y el norte del país. Poco a poco fui conociendo que la milpa no es sólo maíz. En cada región de Guatemala, y también en México, El Salvador, Honduras y Nicaragua las familias campesinas siembran en la milpa muchas otras plantas. La milpa como un conjunto de plantas sembradas por manos indígenas y campesinas es un orgullo y un conocimiento tecnológico para toda la humanidad. Debemos estar orgullosos de las milpas diversas que nos han heredado como conocimiento las abuelas y abuelos.

Tengo 38 años, estudié en la universidad de San Carlos y estudié desarrollo rural en la Ciudad de México, crecí en la capital, pero tengo una idea clara en la mente y el corazón: estoy orgulloso de mi identidad mestiza e indígena. Agradezco los conocimientos valiosos de los abuelos y abuelas mayas. Recuerdo y uso todos los días los conocimientos que mi abuelo Chilo y mi abuela Ana me enseñaron sobre la vida, sobre los cultivos, sobre ser feliz buscando el buen vivir. Soy mestizo kakchiquel con orígenes en San Pedro Yepocapa y seguiré con ustedes compartiendo en las próximas semanas el tema de la milpa. Gracias por la atención.

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