#Opinión – Texto y fotografías: Carlos Ernesto Cano/Festivales Solidarios.

Algunos apuntes desde las propuestas libertarias | Suenan los redobles de tambores, auspiciando la libertad e independencia de la patria, las calles se llenan de colores, celeste, blanco y celeste, como diciendo, la tierra y el mar se han encontrado en esta tierra bendita llamada Guatemala, el país de la eterna primavera, ese país que “luchó” hace casi 200 años por su libertad e independencia, creando un estado para todos y todas…

Pero esa idea de que la independencia sólo es posible a partir de la creación de un nuevo estado es falsa. Es más, la creación de un estado no es independencia. El estado es siempre un fenómeno administrativo-represivo (al estilo policial), un fenómeno jurídico e institucional creado para someter a la población. No ha existido nunca un estado que fuese la libre expresión de la población, esto significaría que ha perdido sus atribuciones hasta tal punto que ha dejado de ser estado.

La independencia es la ruptura con toda la forma de dominación, la no delegación de la propia capacidad de decisión y actuación. Es por eso que la independencia es esencialmente individual, antes que nacional, y por ende, mucho antes que estatal.

Es por eso que preferimos la confederación que al estado. La confederación surge como una forma de asociar fuerzas ante un objetivo común, ya sea la defensa de la insurrección, el asegurar suministros, etc… Pero se diferencia del estado en que es la asamblea la que toma los acuerdos, las comisiones encargadas de realizar los son constantemente revocables… y sobre todo en que cada una de las partes, desde el individuo, puede abandonar la asociación cuando esta ya no le interese.

 

La nuestra es una propuesta comunista libertaria y ecologista radical:

Utilizamos deliberadamente la palabra “comunismo”. El comunismo libertario o comunismo anarquista es la aportación que hace al anarquismo P. Kropotkin y que diferenciamos del socialismo libertario o anarcocolectivismo de M. Bakunin. En términos estrictamente socioeconómicos, mientras el segundo pregona la propiedad común de los medios de producción y la participación de todos en la producción a cambio de una retribución proporcional al trabajo realizado, el primero considera esta retribución como un nuevo salario y pide llevar el comunismo no sólo a la producción sino también al consumo de los bienes producidos, a partir del comunismo de la abundancia y del apoyo mutuo.  Si a finales del s. XIX el desarrollo tecnológico ya permitía hablar del comunismo de la abundancia, actualmente no sólo es posible esto sino convertir el trabajo en una actividad marginal. A partir de aquí, la idea del comunismo toma una nueva dimensión, que representa una revolución integral que afecta a todos los aspectos de la vida.

El marxismo, en cambio, habla del estado socialista cómo paso previo al comunismo. Las experiencias históricas, con eso y todo, demuestran de sobra que el poder no es un medio sino un fin en sí mismo. El estado socialista se ha convertido en una de las formas de dominación más represivas y anuladoras que nunca se hayan concebido.

Y ecologismo radical, porque el capitalismo ya no es únicamente unas determinadas relaciones socioeconómicas, sino una concepción globalizadora que afecta a toda la actividad. La categoría de “institución penitenciaria/cárcel” se ha apoderado de la sociedad. La escuela, la fábrica y la misma ciudad con sus “colonias residenciales”, son cárceles ampliadas. Una insurrección anticapitalista no se puede limitar a cambiar las relaciones socioeconómicas. “Nos basamos en el inagotable espíritu de destrucción y de aniquilación que es fuente eterna de nueva vida. La alegría que ofrece la destrucción es una alegría creativa”. La sustitución de la ciudad por el bosque, del trabajo por la afición, la demolición de las cárceles, la liberación de los animales del zoológico, la liquidación de los cuerpos represivos, es decir, una revolución que cambie integralmente la vida cotidiana.

El ecologismo radical no es únicamente una propuesta anticapitalista  y de defensa del medio ambiente. Si bajo el delirio productivista del capitalismo, un urbanismo aberrante ha ocupado la tierra, creando entre cemento y cemento “zonas verdes”, con nuestro delirio, el bosque reocupa la tierra, creando entre verde y verde “zonas industriales”. La comuna ecológica y autogestionaria sustituye la ciudad y la fábrica. La comuna, basada en el asambleísmo y en el comunismo libertario, de un alcance muy superior al meramente económico, y en el que el individuo es el eje principal. Las comunas y su confederación sustituyen y niegan al estado.

La anarquía, sin embargo, ha dejado ver “el cielo”. La anarquía que puede surgir de las ruinas del viejo mundo capitalista, tiene grandes limitaciones, como lo demuestran diferentes experiencias históricas. La anarquía es un nuevo punto de salida. Será indefinidamente un nuevo punto de salida porque no creemos en la necesidad de un cielo estable y sí en el encanto de la utopía. Y la anarquía ha dejado de definirse como una situación que ocupa un espacio y un tiempo, para conquistar nuevas áreas de carácter individual, que se plasman en el absentismo, el sabotaje, la expropiación, la provocación y el contrapoder, la alegría de ser disidente, el desprecio a las diversiones del sistema.

Por casi 200 años hemos sufrido las consecuencias de vivir en el estado, en el capitalismo y el neo-extractivismo y que hemos obtenido, nada, al contrario hemos vivido la cárcel, guerra, genocidio, racismo y clasismo, así que es momento de utilizar la salida que la anarquía nos otorga, es momento de buscar la verdadera Independencia, la libertad y la autonomía…

“Tan solo la supresión del estado puede emancipar y liberar a lxs esclavxs y explotadxs por el Capital”. Isaac Puente, 1933.