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El dictador y su tropa de crimen marchan al final episodio histórico. Por narcotraficantes con abundantes pruebas a ser pronto expuestas en tribunales de Estados Unidos, y porque el único espacio que merecen es el recinto de una cárcel de máxima seguridad construida por ellos mismos, el último dilema jurídico consistirá en definir si habitan una bartolina de las que edificaron en presidios hondureños o si los alojan con traje naranja en celdas norteamericanas de severo control.

Ocurre como una suerte echada. Sería ilógico que el dictador de la ignominia ingresara solitario al recinto de la justicia estadounidense, como sería injusto permitir que lo hiciera únicamente por factores externos. Tenemos la grave responsabilidad de sacarlo por narco operador y por: (a) usurpar la voluntad popular adulterando resultados electorales; (b) por reelegirse contraviniendo la Constitución de la República, que es delito imprescriptible; (c) por aprobar el asesinato de activistas y manifestantes; (d) por entrar a saco en entidades gubernamentales como el Seguro Social y la SAG; (e) por asociarse ilícitamente con su cónyuge y familia ––entre ellos su hoy “internacional” hermano–– para lavar activos y malversar recursos públicos; (f) por proteger a delincuentes, consanguíneos o no, y por sobornar diputados para elegir magistrados a la Corte Suprema de Justicia y para avalar su espuria reelección; (g) por forzar hacia duros destinos a vastas poblaciones humanas que se vieron obligadas a huir en grupos para hallar mejores horizontes; (h) por concesionar viciosamente aguas, minerales, territorios, carreteras, puertos y aeropuertos, así como otros bienes y servicios de razón social, a clanes de empresas extranjeras aliadas con dudosas compañías locales.

Falta papel para enumerar los crímenes de burla a la República cometidos por tal estructura familiar y conspirativa de JOH y a causa de ello, por ende, se torna prioritario, siendo traidor a la más íntima esencia de la nacionalidad, despojarlo del mando que arbitrariamente usurpa y administra. Derrota anunciada El despeñadero a que el tiranuelo y comparsa conducen al país ––y que fue tempranamente advertido por agencias mundiales como ONU, Transparencia Internacional, Riesgo de País, otros–– es suficiente motivo para que actuemos quienes sentimos amor por nuestra nacionalidad y a la vez sufrimos su dolor. Para reparar esa diaria podredumbre de maldad y corrupción basta que nos juntemos todos y convirtamos nuestra reserva de confianza y fe –– tesoro de dignidad–– en fuerza y lanza para corregir una barbarie que califica a Honduras, ante la vergüenza mundial, como sociedad que los corruptos buscan transformar en narcoEstado. Vengan, unamos brazos y abrazos, voces y energías en una sola ruta hondureña, incluso mística, encaminada a salvar a un pueblo secuestrado por la criminalidad. La calle es de todos, espacio universal y eminentemente democrático, desde el ágora griego a las luchas parisinas de 1968 y la primavera árabe, pues es donde los pueblos se unen y combinan, plaza de quienes demandan alzar la voz para clavarla en el horizonte, encuentro de todos los colores y sabores con olor a vida, materia cívica que ocupamos, hoy más que nunca, en abundancia. A construir futuros Viendo al mañana, procurando leer el alba y comprender sus pronósticos y despachos, queriendo responder a la sutil mensajería de la intuición, el exilio del dictador y su claque luce metódicamente inminente, aunque nada inmediato ni fácil.

Es obvio que el hondureño consciente debe aportar un último empujón o la esperanza se agobia. Preparémonos entonces para lo que ha de venir tras la celebración y el carnaval nacional. Celebraremos, sí, pero con la responsabilidad de sembrar las bases para un porvenir justo, social y popular. Celebraremos sin olvidar lo que mañana trae encima, que es el reto de guiar nuestro propio destino colectivo. Debemos precaver y evitar que al escenario institucional siguiente suban los falsos actores de la continuidad dictatorial, bajo el pretexto de la institucionalidad. Aceptar un orlandismo sin joh es suicidio, y por tanto decimos, desde ya, no a la sucesión institucionalista, o como quiera llamarla el leguleyo cachureco. Tampoco necesitamos otro golpe de armas, con uniformes a la cabeza de las entidades del Estado.

Demasiado caro seguimos pagando la década tras el golpe de Estado como para guiñar el ojo a esos corruptos castrenses que sin duda correrán a unirse con los más rancios políticos y empresarios subastadores de la república. El más grave error sería que los miedos y la mediocridad nos paralizaran y quedáramos observando alelados un maquillado alargamiento de la dictadura, dejando que a nuestro próximo futuro lo definan fuerzas extrañas al pueblo, sin el pueblo y en contra del pueblo. ¡Esta patria es ya! Entonces qué hacemos, en qué canasto poner todos nuestros huevos… Tiene que ser en un Pacto Político y Social de aceptación consensuada con ciudadanos honestos y con corrientes anti-joh, junto a diversos sectores aglutinados en la Plataforma Nacional y otros grupos representativos de la sociedad. Se hará imperativo definir con ellos, desde ya, un día de insurrección definitiva. Tras un consenso sumamente participativo, que organice un Gobierno de Transición, este debe convocar pronto a elecciones generales en tiempo prudente y de inmediato designar un nuevo Fiscal General; ratificar y fortalecer el mandato de la Maccih; promulgar reformas electorales profundas y decretar un período de emergencia administrativa con drásticas reducciones en el presupuesto asignado a los rubros de defensa y seguridad, a la vez que aumente drásticamente los destinados a salud, educación e inversión pública, a fin de generar prontos empleo, recuperación de la economía y estabilidad social. Ese consenso y ese Pacto Político y Social deben responder al pensamiento avanzado de la Honduras del siglo XXI, con energía, audacia y visión histórica.

Está en nuestras manos construir un lampo de transición que conduzca al rescate democrático del Estado de Derecho y a la edificación de una nueva sociedad humanista. Pongámonos en camino entonces, apuremos la salida de la pandilla dictatorial y asentemos la base de nuestro futuro colectivo. No tenemos tiempo para perder ni otra patria que dejar a la posteridad.

País Insurrecto

Agosto de 2019

ISMAEL MORENO, sj, DARÍO EURAQUE, VÍCTOR MEZA, HELEN UMAÑA, RODOLFO PASTOR FASQUELLE, EDUARDO BÄHR, PATRICIA MURILLO, WILFREDO MÉNDEZ, HUGO NOÉ PINO, EFRAÍN DÍAZ ARRIVILLAGA, MAURICIO TORRES MOLINERO, RAMÓN ENRIQUE BARRIOS, LETICIA SALOMÓN, MARIO ARDÓN MEJÏA, MARVIN BARAHONA, JOAQUÍN MEJÍA, RAFAEL DEL CID, RAFAEL DELGADO, JULIO ESCOTO