Texto: Lucia Ixchíu

Fotos: Carlos Ernesto Cano.

Jamás me he sentido representada por el Estado nación criollo, ladino y racista Guatemalteco, como una mujer K’iche me reivindico y me represento desde allí, como una ciudadana de la población  K’iche.

Observar las redes sociales y la televisión sobre el trato brutal y la violencia que el ejército de Guatemala y la policía nacional civil ejercieron contra la población civil desarmada que conformaba las caravanas migrantes me llena de asco e indignación.

De que esta hecho el Estado nación guatemalteco, de que se conforma, sin duda de una doble moral y un doble discurso sin precedentes, hablan de soberanía cuando han entregado y subastado nuestros territorios a las transnacionales extractivas de megaproyectos energéticos, mineros y de monocultivo.

Piensan que estamos ciegos o que somos sordos, no son las fronteras o que la soberanía de estas tierras sea lo que les interese, quieren quedar bien con uno de los más importantes aliados del despojo en nuestro país el Gobierno de los Estados Unidos, quienes desde el año 1954 tienen un pacto con la “iniciativa privada” la elite oligárquica colonial, quien además doto de armas y entrenamiento al ejército guatemalteco para perpetuar el genocidio de este país durante la guerra.

Desde el siglo pasado las elites gringas y las criollas racistas locales han tenidos pactos y alianzas para decretar amnesia, pobreza e ignorancia, lo ocurrido en Guatemala es una realidad muy similar a la que se vive en casi toda la región centroamericana. Juan Orlando Hernández el presidente actual de Honduras llegó al poder por medio de  un golpe de Estado en contra de Manuel Zelaya en alianza con el gobierno de los Estados Unidos, siendo uno de los más corruptos y nefastos de la historia en Centroamérica.

Prohibido olvidar lo que hay detrás de los pactos económicos y los intereses locales y trasnacionales de las elites económicas bajo el disfraz de “iniciativa privada” quienes están acostumbradas a parasitear de la población y de los impuestos del Estado mismo que fue creado por ellos bajo la figura de sus intereses.

Siempre lo he dicho y lo sostengo porque lo he visto y he vivido en la cotidianidad, Guatemala no es un país, es una finca disfrazada de país, funciona y tienen relaciones tal cual una finca colonial, en donde todo funciona a partir de los interés de los dueños de la finca, que en este caso con las oligarquías coloniales locales “iniciativa privada” o CACIF[1] y por el gobierno de los Estados Unidos.

Entonces mencionado esto, espero haberme explicado bien cuando sostengo que no se están defendiendo ninguno de los intereses de las grandes mayorías o de la población en general, cuando se defienden las fronteras del estado se defienden las órdenes del gobierno gringo, de la elite económica, de la “ iniciativa privada”.

Si aún nos queda algo de humanidad como pueblos el llamado es a la solidaridad, a la empatía a entender que las realidades de Honduras no son distintas a las nuestras y que estamos empobrecidos, que los pueblos tienen hambre, que con la pandemia y los huracanes muchos pueblos lo han perdido todo y obviamente no han tenido ni tendrán ningún apoyo real y que les resuelva de parte de los gobierno corruptos y mucho menos del gobierno de Juan Orlando Hernández que es igual o peor que el fantasma zombi del expresidente Jimmy Morales otro títere de las elites.

No a la reproducción de un discurso de odio para las y los hermanos migrantes. Quitémonos la venda de los ojos y del engaño de los Estados.

[1] Comité Coordinador de Cámaras del Agro, Industria y Financieras.