Foto: Alejandro Ramírez Anderson

#Opinión #Ecuador | Hiram Castro.

No puedo imaginar un peor manejo de una crisis sanitaria que la que se padece hoy en el Ecuador. La calamidad en cifras resulta escalofriante. Si se contempla per cápita —incluso aceptando las dudosas cifras oficiales— es el país más contagiado de la región. Dadas las condiciones en que la pandemia ha sorprendido al conjunto del sistema público, cualquier fenómeno de este tipo sólo podría derivar en catástrofe. El gobierno con todos los grupos de poder a él asociado, no reaccionan. Es más, reaccionan desde las lógicas de sus estrictos intereses y percepciones clasistas, neoliberales e indolentes.

Así, el presidente Moreno no se sabe dónde está, no hace declaraciones, no lidera; el Vice aprovecha para adelantar su campaña política con su estilo de discurso motivacional; la alcaldesa de Guayaquil coloca camiones en la pista de un aeropuerto para impedir que un avión en plena maniobra logre aterrizar; el ministro de Economía ordena y justifica pagar la deuda al FMI en plena crisis de carencia de pruebas, medicinas, recursos de atención y protección. La ministra del interior — María Paula Romo— sitúa las causas de la indisciplina social en la idiosincrasia de los ecuatorianos. El jefe de gabinete —un tal Roldán— propone no pagar salarios con la promesa de mantener el empleo. Los economistas neoliberales —como Alberto Acosta Burneo— proponen eliminar todos los derechos laborales y flexibilizar las jornadas y los jornales cuando se pueda trabajar. El director de la Casa de Cultura de Guayaquil acusa a los pobres y venezolanos por no cuidar la salud de “la gente de bien”. La presidenta de la cámara de empresarios dice que ahora sí hay que eliminar los subsidios.

Los militares ofrecen planazos de machete a los díscolos que sorprenden fuera de sus casas. Los grandes medios de comunicación —como Teleamazonas— comparan la disciplina de los barrios “pelucones” (donde la gente va en sus autos a comprar con tarjetas a los Supermercados) con aquellos barrios donde las personas viven al día, en casas hacinadas y con altas temperaturas. A golpe de multa y planazo se trata de elegir entre padecer hambre o enfermedad.

El presidente de la Asociación de Médicos expresa que ante el colapso del sistema sanitario deben utilizar estudiantes de medicina nacionales, pero jamás solicitar colaboración a otros países (se entiende que se habla de Cuba). Esta lista discursiva no tiene fin y sólo se hará más extensa y absurda con el paso de los días y la gravedad del desastre. Ecuador está hoy en medio de la catástrofe sin orientación para salir de la zona de mayor peligro. Los enfermos de cordura y empatía están al mando.