#Opinión | Kajkoj Máximo Ba Tiul – Centro de Reflexiones Nim Poqom.

Cada vez el presidente Giammattei nos está demostrando que hay un continuismo en el gobierno. En poco tiempo, no ha demostrado que tenga un plan objetivo para resolver a profundidad los problemas que aquejan a la población. En cada actividad, a la defensiva y excusándose, además de propuestas políticas que no terminan en nada. Es un presidente que sigue en campaña y con actitudes coléricas, no le importa hasta decir malas palabras, sin importar que haya niños, palabras que insultan no solo a delincuentes sino a la misma sociedad o ciudadanía, porque no se ve ninguna solución a futuro.

Sin haber un caso de CORONAVIRUS en el país, el 25 de febrero, declara ALERTA MÁXIMA, tomando como argumento la propagación en otros países de este virus, sin tomar en cuenta que hasta ese momento la Organización Mundial de la Salud, no lo había declarado como pandemia.

Qué provocó esto en nuestro país, que las cadenas de farmacia comenzaran a especular con algunos supuestos antibióticos y con las mascarillas, en donde intervino la DIACO, pero sin que tuviera los efectos que esperamos todos. Algo así, como los resultados que generaron los llamando Estados de prevención para controlar la violencia, que al final los resultados son realmente pobres.

El día 5 de marzo, unos días después de proclamarse como una de los mejores líderes de Guatemala y diciendo que su sueño es la integración centroamericana, que a todas luces es para seguir impulsando lo que la oligarquía guatemalteca ha querido siempre desde la independencia, decreta estado de calamidad pública por el COVID-19, pero además, solicita al congreso que apruebe un millonaria préstamo con el BID, supuestamente para tener “recursos ante las futuras emergencias”.

En nuestro país, las epidemias, las pandemias y los desastres naturales, son los únicos que han hecho su “opción preferencial por los pobres”, primero; porque ningún gobierno ha presentado un plan de prevención a corto, mediano y largo plazo y segundo, porque estos acontecimientos naturales o no, les cae como anillo al dedo a funcionarios corruptos y a los oligarcas y burgueses guatemaltecos, porque siempre han servido de fuente de corrupción y robo de recursos. ¿Cuántas personas supuestamente altruistas se han enriquecido con estas ayudad y préstamos, en un término de 50 años?

Esto lo hemos vivido desde siempre, pero acontecimientos más recientes, nos lo han demostrado, como: el famoso “Comité de Reconstrucción Nacional” creado por el terremoto del 4 de febrero de 1976 hasta las comisiones que se creó por las recientes erupciones del volcán de fuego y otras que en su género, ha sido foco de malversación de fondos, corrupción, robo, etc.

Ahora tenemos un presidente que es médico de profesión y si él o sus asesores han leído y analizado la información sobre el COVID-19, sobre todo lo más científico, no de los medios de comunicación principalmente de nuestro país que son todos amarillistas y escandalosos, si no de profesionales y centros especializados en la materia, se dará cuenta que el primer paso, para prevenirlo, es la limpieza, la higiene y por lo consiguiente lavarse las manos.

Pero con qué lavarse la manos, si en todo el país padecemos la racionalización de este vital liquido y lo que es peor, que en muchos lugares se tiene agua entubada unas dos veces a la semana y en otros lugares llevan hasta seis a doce meses sin agua, haciendo maravillas para poder tener y guardar una tinajita para cocinar los alimentos y mucha de ella es de lluvia.

Los hospitales siempre están desabastecidos de agua y muchas veces los empleados (enfermeros y médicos) tiene que hacer coperacha, para comprar un cisterna para que puedan tener por lo menos para medio lavarse las manos. No digamos las escuelas, da tristeza ver a los niños que llevan en brazos una botella de tres litros con agua, que pasan trayendo del pozo o de otro lugar, sin tomar en cuenta las medidas sanitarias, para que les puedan cocinar los alimentos que tomaran en la escuela.

En este país es más fácil concederle los nacimientos de agua y los ríos a las hidroeléctricas, a quienes embotellan supuestamente agua pura, a las mineras, a la industria, que devolvérsela a los pueblos que al final son los dueños históricos. Es más fácil que el CONADE, diputados, gobernadores y alcaldes, aprueben el adoquinamiento de una calle y que además llevará el nombre del funcionario público, a que se busque la forma para que haya agua en todos los hogares.

Es cierto que todos los hospitales, centros de salud, bomberos, etc, es decir la institucionalidad de la salud deben estar atentos. Pero si no hay lo fundamental y que en este caso es el agua, entonces estaremos al borde del abismo.

El presidente en vez de estar atormentando a los ciudadanos con decisiones que no tienen ni perspectivas de futuro, debería de llamar a una reunión a gobernadores, alcaldes de todo el país, a las instituciones de salud, etc., para que mediante un plan de emergencia resuelvan el problema del agua. Porque, las mascarillas y otro tipo de medicina, que si debería de haber, son instrumentos no para prevenir sino para inmunizar, pero lo que urge, nunca hay y porque no se tiene la voluntad para hacerlo.

Otro dato importante, hoy la Secretaria de la Comunicación de la Presidencia, el Ministerio de Educación, la Cámara de Radiodifusión, la televisión del congreso, la de la Academia de las Lenguas Mayas, etc., deberían de elaborar programas, cuñas de radio y televisión para que sean transmitidos por todos los medios del país (radio, TV, prensa) y con carácter de obligatoriedad y hacerlo en los veinticinco idiomas que existen, y que dejen de estar criminalizando a las radios comunitarias y alternativas, que de por sí, hacen un trabajo loable para informar y formar a la gente.

Entonces, nos urge un presidente que deje de hacer campaña política y que se ponga a trabajar en beneficio de la población.