#Opinión | Kajkoj Máximo Bá Tiul – Centro de Reflexiones Nim Poqom

Las epidemias y pandemias, así como terremotos, inundaciones y guerras, han puesto de manifiesto la fragilidad del ser humano, ante estas situaciones que él mismo ha creado, por haber cambiado la manera de relacionarse con la naturaleza y la tierra. Desde que pensó, que estaba para dominar la naturaleza y servirse de ella y no como su protector y cuidador, el ser humano se transformó en verdugo de su propio egoísmo y de su propia ambición.

El COVID-19 nos pone de nuevo ante ese escenario de fragilidad. En el momento que pensó que debería someter a la tierra y por lo tanto aprovecharse de ella, como uno de los fundamentos para el desarrollo de la industria hace más o menos 200 años, nos convertimos en el basurero de los países desarrollados. Basurero; porque por toda la porquería creada por el “modelo de desarrollo industrial”, nosotros nos convertimos en sus grandes bodegas. Son cientos por no decir miles de toneladas de basura, que están embodegadas en diferentes puertos de países del tercer mundo. Además, de la gran basura que consumimos, diseñándonos la forma más absurda de relacionarnos con la naturaleza.

Ahora, no nos extraña ver que hasta el último rincón del planeta; está infestada de Coca Cola, Pepsi cola, los animales ya no comen maíz ni zacate, sino concentrado producido en las grandes industrias de alimentos para animal. Los pueblos están cundidos de agro ventas. Ya casi no se usa el azadón para limpiar el área de la siembra, ni para limpiar la milpa. Se usa gramozón y otros químicos. Las hortalizas se ven hermosas en el mercado, pero llenos de fertilizantes. Los niños van a la escuela con la mochila llena de chatarra y cuando alguien lleva sus tortillas, con frijoles o huevos, se ve anormal. Como dice un médico amigo, que “consumimos porquería” y esa porquería, nos hace indefensos ante cualquier virus; como el actual.

Aún en medio de esta vulnerabilidad, las comunidades rurales, principalmente las de indígenas y campesinos, mantienen ciertos elementos fundamentales para vivir de manera más horizontal con la naturaleza y que pueden ser redefinidas y retomadas no solo en medio de esta crisis, sino para el futuro de nuestro planeta y de nosotros mismos. “En varios momentos, haciendo la reflexión con las comunidades, decíamos que si mantienen esa forma de relacionarse con la naturaleza y la tierra, podrán vivir un tiempo más y no como quiénes ya han abandonado esta forma de vida, porque serán más vulnerables ante cualquier situación”.

Esta es real ahora. Innumerables veces hemos afirmado que la situación de hoy, es culpa del sistema. Un sistema construido por seres humanos envidiosos y egoístas que todo lo quieren para ellos, sin importar la situación de la mayoría. Hoy, las grandes filas y las multitudes de pobres y extremadamente pobres que abarrotaron, los corredores municipales de todo el país, ante el ofrecimiento de la ayuda que va a dar el gobierno, para paliar la situación, no es producto de la ignorancia de la gente o porque la gente no “entiende”, como dicen muchos. Pues, es el resultado de un sistema que así como ha producido basura para comer, ha llevado a grandes multitudes de gente a ser pobres y miserables.

Multitudes que se desarrollan a la sombra de algún político corrupto, como los hay en todas partes del mundo y principalmente en los países pobres. Son los pobres que los acostumbraron a esperar que “todo caiga del cielo”, algo así como los judíos que esperaban que cayera maná y codornices del cielo. Así, mismo es lo que vivimos hoy. La gente, no es que no sepa que se va a contagiar, sino que, le anima la “necesidad y el derecho” negado por el sistema corrupto y por eso, aunque viva unos segundos más, pero que haya comida para sus hijos e hijas.

Todo esto es generado por la desinformación y la poca capacidad de las autoridades de crear un buen plan de comunicación, así como todos salieron a dejar sus papeles a las municipalidades, así también se puede generar otra situación que nos llevaría a desarrollar otro virus más agresivo. La violencia en contra de personas por sospecha de tener el virus o porque se supo que vino de Estados Unidos, de otro país o de la capital. Esta situación debería ser de preocupación importante para el gobierno, pero no con medidas autoritarias y punitivas. Sino de concientización social, utilizando todos los medios a su alcance, incluso obligando o solicitando a los gobiernos locales a tener programas de información en idiomas del lugar y desde la cultura de la gente, y no solo para enseñar a lavarse las manos, sino a no permitir que se genere violencia, como lo que vivimos hace años con el “linchamiento”.

La crisis actual, nos llama a replantearnos nuevas forma de vida con la naturaleza y la tierra. Sabemos que lo peor está por venir. Todos los líderes políticos que llamaron al coronavirus como una “gripona”, ahora están temblando. Este no es un juego, en donde vamos a jugar a las escondidas. Este es serio. Sí; por eso apelamos a retomar las formas de vida comunitaria y familiar que nuestros abuelos y abuelas nos enseñaron. Como dice: Dussel, esta crisis nos está llamando a construir una nueva ética humana. Es decir, una nueva forma de vernos no solo a nosotros mismos, sino a la naturaleza y a la tierra.

Hoy la ética, la moral, la conciencia, la espiritualidad y otros elementos más, están en jaque. No solo de los pueblos occidentales, sino de todos los seres humanos del planeta. No solo de los europeos o norteamericanos, también de los indígenas. Es decir, quien está en jaque es el ser humano.