#Opinión | Kajkoj Máximo Ba Tiul – Centro de Reflexiones Nim Poqom.

Como una de esas mañanas del mes de enero en Alta Verapaz.  Entre frio, neblina y sol, pero con mucho mas frio que calor.  Los pétalos de las flores del árbol de k’us, están cayendo y formando una capa húmeda sobre la tierra.  Innumerables pájaros comienzan a regresar a su hábitat, después de permanecer los últimos meses en este territorio.  La milpa de maíz veranero, está lista para la segunda calzada[2].  En algunas aldeas están preparando el “Yolek”[3], porque se acerca la fiesta de Esquipulas o San Sebastián, que son fiestas católicas puestas sobre fiestas indígenas.  Los niños y niñas, se están preparando para ir a la escuela.  Jóvenes y señoritas, donde se puede aspirar a más, se preparan para ir a estudiar básico, diversificado y otros/as a las universidades del departamento.

Todo era un corre, corre.  Como todos los inicios de años.  Entre alegrías y llantos.  Entre tristezas y esperanzas.  Por fin, comenzaba a dar fruto, el caminar de hombres y mujeres que llevaban ya muchos años de buscar justicia por lo que les había pasado a sus seres queridos, durante esa guerra genocida, racista e injusta que les tocó vivir.  Esposas que habían logrado identificar a sus esposos.  Mamás que había identificado a sus hijos e hijas.  Hijos e Hijas que habían identificado a sus papás y mamás.  Familias de varios pueblos: Q’eqchi, Poqomchi, Achi’, K’iche’, Ladino.

Ese día fue el 6 de enero del 2016, los culpables de la desaparición, tortura y muerte de 565 personas, 18 militares entre ellos Benedicto Lucas García, hermano de Lucas García, expresidente y genocida de Guatemala.  Niños, niñas, jóvenes, señoritas, hombres y mujeres fueron capturados, torturados y luego asesinados y enterrados en fosas comunes (https://www.prensalibre.com/guatemala/justicia/capturan-a-manuel-benedicto-lucas-garcia-exjefe-del-estado-mayor-general-del-ejercito-guatemala/), sin respetar su condición de edad, género, etnia, clase social.  Toda esta barbarie fue, bajo la lógica del enemigo interno, como parte fundamental de la política contrainsurgente del “enemigo interno”, que fue parte del manual de la doctrina de Seguridad Nacional del gobierno de los Estados Unidos.

Vecinos de los pueblos que conocimos a personas que habían sido reconocidos por sus familiares, luego de ser extraídos del corazón de la tierra, donde fueron enterrados por sus verdugos, para que no se supiera más de ellos y por fin desaparecer sus ideas, nos llenaba igual de alegría, que por fin conoceríamos donde fueron enterrados nuestros amigos, amigas, compañeros, compañeras.  Ya sea porque compartimos algunos momentos con ellos en diferentes espacios de la vida cotidiana, porque crecimos juntos, porque éramos vecinos o porque nos unió la misma esperanza de “tener un país diferente”. Al final, encontraríamos la respuesta, a nuestras incertidumbres: “donde estarán”, “donde se han ido”, “porque se los llevaron”.  Además, porque se comenzaba a esclarecer; “quienes los desaparecieron”, “quiénes fueron sus verdugos”.

Después de muchos años de ese caminar y después de seis años de la captura de los “chacales” de la barbarie guatemalteca, aún se espera justicia (http://www.albedrio.org/htm/articulos/k/kbt-100.html).  Aún faltan muchas lunas llenas, cuartos menguantes, cuartos crecientes, lunas nuevas.  Faltan muchas noches de estrellas.  Faltan muchas mañanas de frio y neblina.  Nos faltan ver más aves migratorias.  Faltan escuchar más ladridos de perros y aullidos de gatos. Cantos de zenzontles, zanates, chachas.  Cantos de azacuanes y de tecolotes. Falta mucho por caminar, para ver el gran amanecer.

Entre eso que falta, siempre hay un hilo de esperanza, la misma esperanza que tuvieron quienes se quedaron en el camino y no terminaron de ver como concluye esta pesadilla la justicia occidental, sobre todo cuando está cargada de impunidad y corrupción. Esa esperanza de ver derrotados a quienes han traído la muerte sobre nosotros, como fueron derrotados los “Oxlajuj Kame’ en Xib’alb’a”.

Como dice el Chilam Balam: “Despertarán los no despiertos, los que están sin despertar todavía en ese tiempo de siete días de reinado efímero, de reinad pasajero, de siete soles de reinado.  El aspecto de sus hombres será Holil Och, Zarigüeyas-ratones, pero inútilmente gobernarán disfrazados con cuerpo, pues se manifestarán sus rostros en los pueblos y provincias en que reinan estos de Estera prestada, de Trono prestado, de Señoría prestada” (anónimo, 1990).

Finalmente, el camino iniciado por quienes fueron enterrados indignamente en CREOMPAZ, debe concluirse, para desterrar a quienes han usurpado en base al salvajismo nuestro pensamientos y corazón, para que al final de todo, podamos ver el “nuevo amanecer”.


[1] Maya Poqomchi, antropólogo, filósofo, teólogo, investigador y escritor.

[2] Es la traducción al español, del proceso de limpia que se le hace a la milpa, para colocarle más tierra en la raíz.

[3] Es el ritual maya Q’eqchi, para conmemorar un día especial.