Escrito por Alfonso Rafael
Maya Popti’

El corazón; fuente de vida, centro de movimientos de amor y sabiduría infinita.  Antes de comenzar este tejido de palabras, intercambio de conocimientos y energía, quiero con todo respeto pedir permiso a las trabajadoras y trabajadores del cosmos, a los sonidos, los seres de luz, a la materia y energía, quiero dejar que mi corazón envíe sus vibraciones en todo el templo sagrado que es mi cuerpo, y que esas vibraciones que me hagan recordar que un día mi cuerpo estuvo en profunda conexión, siendo uno con la madre tierra. Las plantas son mis hermanas, los animales de todas las especies son mi familia, mis parientes. Los ríos, lagunas, cerros, el viento, las estrellas, el sol, la luna y el pluriverso infinito son mis maestras, maestros y medicina para sanar conciencia, son abuelas, abuelos llenos de magia, escuela de sabiduría ancestral que han creado caminos con vibraciones de amor, comunidad y resistencia. Siendo así seré únicamente el puente para transmitir los conocimientos que vienen de historias de vida, de tejidos de abuelas, abuelos, de las plantas, guardianas y guardianes del conocimiento.

La madre tierra en tiempos de pandemia nos hace el llamado a la conciencia. Mientras más seres humanos estamos conscientes de las atrocidades y nos damos cuenta de la manipulación, nos damos cuenta de todas nuestras acciones desde la desconexión y comenzar un proceso de sanación, sentir la vida en comunidad desde el corazonar, ver las plantas, los animales, el petróleo, los ríos, el viento como familia; la madre tierra daría suspiros de paz y esperanza. Ahora tenemos que reconectarnos y conocernos a nosotros mismos, conocer nuestra historia de vida, reencontrarnos con la familia biológica, la familia cosmogónica y el pluriverso de amor y abrazarnos como nunca. Los seres humanos tenemos un corazón que tiene conexión con la sabiduría del cosmos, nuestro deber es escucharlo y sentirlo.

¿Por qué escuchar a los pueblos Indígenas?

Los pueblos indígenas son quienes conservan la conexión con la gran madre sabia, “madre tierra” “el ser femenino”, desde los linajes, la sabiduría, las prácticas ancestrales y el latir del cosmos en los corazones de toda la humanidad. Los pueblos indígenas creemos con amor, que la humanidad viene de la madre tierra, de las estrellas, de la luna y el sol, somos seres de luz y amor, creemos que todos somos familia. Es por eso que cada instante de nuestra existencia debería ser de agradecimiento, de hermandad, de familia y sentir una sola conexión de nuestro cuerpo con la madre tierra y el cosmos. Si le hacemos daño a todo lo que está al nuestro alrededor; nos estamos haciendo daño a nosotros mismos, si hacemos daño a nuestros propios cuerpos; el daño es para la madre tierra, nosotros somos su energía y ella es nuestra energía. A raíz de estas prácticas de vida, llegaron las interferencias, la colonización, personas que han olvidado que todos somos familias, llegaron a destruirnos y acabar con los pueblos indígenas, a castellanizarnos, cristianizarnos, mal educarnos, idiotizarnos y asesinarnos. Cuantas lideresas, líderes, defensoras y defensores de la madre tierra y de los pueblos indígenas,

han sido asesinadas por su rebeldía y amor. Los pueblos indígenas son las voces y el centro de las manifestaciones de amor. La madre tierra en tiempos de pandemia nos hace el llamado a la conciencia. Mientras más seres humanos estamos conscientes de las atrocidades y nos damos cuenta de la manipulación, nos damos cuenta de todas nuestras acciones desde la desconexión y comenzar un proceso de sanación, sentir la vida en comunidad desde el corazonar, ver las plantas, los animales, el petróleo, los ríos, el viento como familia; la madre tierra daría suspiros de paz y esperanza. Ahora tenemos que reconectarnos y conocernos a nosotros mismos, conocer nuestra historia de vida, reencontrarnos con la familia biológica, la familia cosmogónica y el pluriverso de amor y abrazarnos como nunca. Los seres humanos tenemos un corazón que tiene conexión con la sabiduría del cosmos, nuestro deber es escucharlo y sentirlo.

¿Cuál es el papel que ha desempeñado el hombre desde su racionalidad?

El ser masculino nos hemos equivocado en los caminos, estamos olvidando nuestras misiones, nos hemos convertido en interferencias para el amor infinito, somos los hombres quienes creemos tener el dominio, fuerza de poder, conocimiento, el orden y hemos clasificado el sexo; hombre fuerza – mujer débil. Nos hemos convertido en machistas, racistas, egoístas, el que cree tener la última palabra dese la racionalidad en el mundo dictador. En la historia de la humanidad somos los hombres quienes hemos cometido los más grandes errores en la existencia, hemos creado un sistema político de dominio, y su destrucción es cada vez más grande que hasta hoy en día está arrasando con hombres y mujeres, quienes aman y defienden a una madre, quienes tienen el contacto profundo con la gran madre sabia, la madre tierra, el ser femenino dadora de vida. Hemos perdido la conexión con nuestro propio cuerpo y origen, hemos olvidado que todo nuestro cuerpo viene de un ser femenino, cada órgano, cada musculo, cada célula viene de una gotita de agua que es nuestro origen femenino, origen de amor.

¿Cómo sentir el llamado de la madre tierra a la conciencia?

Nuestro cuerpo está lleno de vibraciones de amor. Aprender a armonizar, reencontrándonos con estas vibraciones, a través de las danzas en espiral, cantos, poesías, pensamiento bueno y palabras dulces. Darle el espacio, escuchar y sentir a la madre tierra, regresar al origen donde el amor infinito fluía como luces que recorren cuerpos sin fronteras. Recordar quienes somos y de dónde venimos, recordar el pasado independientemente bueno o malo, todo lo que nos pasa en la vida o en las vidas, nos nutre, nos alimenta para nuestro aprendizaje y sanación para un día cerrar ciclos con amor. La madre tierra necesita sanar, así como los humanos necesitamos sanar conciencia, esta cuarentena nos recuerda que somos seres maternales, seres que estamos compuesto de materia femenina, que venimos de un vientre y es femenino, de la agüita que recorre nuestros cuerpos y que nos recuerda que somos hijas e hijos de una madre, que somos realmente maravillosas y maravillosos. Hoy esto es lo que nos enseña la madre grande, la madre tierra en medio de una crisis humanitaria. Teniendo un nivel de conciencia de amor y respeto, la madre tierra florece con danzas, con luz y esperanza, y nos cubre con su amor infinito.