Hace muchos años tuve la suerte de leer la obra de Aníbal Ponce: Educación y lucha de clases. Una idea me quedó muy clara desde entonces: que los modelos educativos de una sociedad hay que estudiarlos a la luz de los sistemas de valores y de privilegios vigentes en las sociedades concretas en donde se los analice. A continuación, a propósito del Día del Maestro en Guatemala, haré un breve ejercicio para comprobar dicha hipótesis en dos momentos históricos del país: 1944 y 2017.

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El proyecto educativo de la Revolución de Octubre (1944)

En Guatemala, el Día del Maestro se celebra cada 25 de junio. Se realiza en dicha fecha porque se conmemora la muerte de la docente María Chinchilla, quien en 1944 fue abatida por la soldadesca de la dictadura de Jorge Ubico.

Chinchilla formaba parte de las capas medias urbanas que simpatizaban con la solicitud de renuncia al tirano, y a la altura de la sexta avenida y diecisiete calle de la zona uno de la ciudad Capital, se encontró con el Ejército, instruido para impedir que los manifestantes llegaran hasta la sede presidencial, ubicada a escasamente un kilómetro.

Su muerte causó tanta indignación que precipitó los acontecimientos, al punto de que una semana después Jorge Ubico Castañeda abandonó el cargo, no sin antes conjurar una maldición para Guatemala: correría sangre si alguien se atrevía a cuestionar los privilegios de la oligarquía, garantizados por la tiranía.

En su lugar, provisionalmente dejó en el mando al general Ponce Vaides, quien lejos de concertar una salida democrática a la crisis, intentó perpetuarse en el poder. Contra este espécimen del ubiquismo fue que se organizó la alzada que entre soldados, estudiantes, obreros/artesanos urbanos y otras expresiones populares derivaría en la Revolución de Octubre de 1944.

Bajo esta unidad puramente circunstancial dio inicio el proceso revolucionario. Compartían en común la mayoría de sus actores la frustración de que mientras el ubiquismo (una especie de cultura represiva terrateniente) estuviera vigente, no habría ninguna oportunidad de movilidad social para ellos y para sus hijos.

Por todo lo anterior, una de las principales características de este proceso fue su vasto proyecto cultural, centrado en la promoción de valores democráticos (que más personas participaran de la vida política). Cabe resaltar que si bien no cuestionó a fondo los privilegios de la oligarquía, si se opuso a que ostentara la exclusividad de los mismos.

Este proyecto se materializó en varios sentidos, sobre todo en el de la educación (formal e informal). Se amplio la cobertura educativa, se valoró la labor docente, se hicieron fuertes campañas de alfabetización y se produjeron miles de libros de literatura e historia con fondos públicos. Se crearon las “Escuelas Tipo Federación”, organizadas físicamente para que los alumnos tomaran consciencia de la importancia de la vida colectiva. En el plano técnico, se realizó una planificación curricular seria y se impulsó la carrera del magisterio.

Dado que este texto no es una historia de la educación no haré cita de los datos que reflejan los resultados inmediatos del proyecto educativo revolucionario; para el efecto, recomiendo la valiosa obra del Dr. Carlos González Orellana, Historia de la Educación en Guatemala. Sin embargo, quiero retomar la idea inicial de que una sociedad determinada construye su sistema educativo en función del modelo de repartición de privilegios que está dispuesto a aceptar.

La Revolución democrática hizo que la educación llegara a más gente y tuvo como objetivo preparar más ciudadanos, demostrable ello tanto en el campo de la política como en el de la economía. Por eso, aunque fue un fenómeno regional, el despegue económico de la década de 1960 tuvo como sujetos a aquellas personas formadas en el periodo inmediato anterior.

El proyecto revolucionario fue abruptamente abortado en 1954, mediante una operación de inteligencia estadounidense, apoyada por las dictaduras caribeñas de la época, con el beneplácito de la oligarquía nacional y de la Iglesia Católica, en el marco de la Guerra Fría; sin embargo, el ubiquismo como tal no pudo ser restituido. La oligarquía nacional recuperó terreno en el ámbito de la hegemonía, pero la compartió con algunas capas medias, quienes hicieron su aparición en la vida pública y han sido actores importantes desde entonces.

Neoliberalismo, desgobierno, corrupción (2017)

Hoy, Día del Maestro de 2017, fue publicado en uno de los diarios del país un artículo denominado Educación media: Un mercado diverso de baja calidad. El mismo, presenta datos muy importantes respecto del estado de la educación media (que en Guatemala comprende los estudios universales o básicos — 3 años — y diversificados o preparatorios — entre 2 y 3 años —). Las cifras alarmantes pueden observarse en el artículo original, por lo que a continuación solamente realizaré algunas reflexiones respecto de las mismas, para concluir con lo que a mi juicio es un marco interpretativo acorde al planteamiento original de este texto.

La primera reflexión, tiene que ver con los bajísimos niveles de cobertura educativa que presenta el país en este ámbito. Según dicho artículo, menos de la mitad de guatemaltecos realiza estudios básicos y apenas 1 de cada 5 jóvenes comprendidos entre los 15 y los 19 años tiene la oportunidad de estudiar diversificado. Aunque no lo dice, la diferencia debe ser más abismal en el área rural que en el área urbana.

Esta situación, dada la casi nula posibilidad de que tengan tierras propias, impacta frontalmente las posibilidades de vida y desarrollo integral de la mayoría de jóvenes porque los excluye de las mejores oportunidades laborales dentro del país y les dificulta tener acceso a créditos para formar empresas propias y que estas sean exitosas. Debido a ello, se ven obligados a emplearse en los trabajos más precarios, vivir en la informalidad o migrar hacia Estados Unidos.

Mas lo anterior no solamente impacta en el plano material, sino también en las posibilidades de desarrollo de conciencia del mundo que los rodea porque quiere decir que millares de jóvenes no tendrán acceso a formación científica y humanística profunda, tales como la física aplicada, biología, química, sociología, literatura, filosofía, etc., porque estas se imparten exclusivamente durante el diversificado. Ello, necesariamente tiene una repercusión en su forma de ver el mundo.

Ciertamente, acceder al estudio formal no garantiza elevados grados de comprensión respecto de la naturaleza, la sociedad y la persona humana, pero estar ajenos a los mismos en definitiva que lo dificulta.

En un segundo plano, me ha preocupado lo relativo a la malísima calidad con que los pocos estudiantes de nivel media que existen están siendo preparados. Según el artículo en cuestión, apenas 3 de cada 10 estudiantes “superan” las pruebas matemáticas, y solamente 1 la prueba de lectura.

Independientemente del modelo de evaluación que se aplique, esto quiere decir que en términos generales, los bachilleres, peritos y secretarias de Guatemala únicamente son aptos para seguir instrucciones simples y para realizar operaciones matemáticas sencillas. Nuevamente, este factor tiene una incidencia en las posibilidades materiales y culturales de los jóvenes, provocando los siguientes efectos:

– Una élite que recibe una educación muy costosa, se separa abismalmente del resto de jóvenes que estarían condenados a trabajos repetitivos. Quienes controlan los procesos productivos son personas técnicamente más capacitadas, posiblemente en el extranjero, pues la educación universitaria se encuentra en idéntica situación crítica (solamente el 1% de los guatemaltecos acceden a la Universidad). – Se da una cooptación de la vida política del país, pues el lenguaje técnico de las instituciones públicas es manejado por pocas personas y ello provoca desventaja y hasta sumisión por parte de la mayoría a la hora de abordar, ejecutar y fiscalizar políticas públicas.

Para comprender mejor las anteriores líneas, tómese en cuenta que la carrera mayormente beneficiada con el cierre de la carrera de magisterio en 2012 fue la de perito, con lo que 4 de cada 10 personas que acceden al diversificado lo hacen para trabajar, en los términos ya expuestos, para los empresarios, quienes paradójicamente no a todos pueden contratar.

Finalmente, me llamó la atención la mediocridad de la educación privada, la cual no encuentra un correlato con la mala reputación de lo público. Según el artículo en cuestión, el 90% de los entrevistados proviene del sector privado, pues el Estado de Guatemala tiene el compromiso constitucional de ofrecer hasta los estudios básicos. Ello deja el campo abierto a cientos de colegios que sin controles de ningún tipo lucren con los títulos, llegando a similares resultados que los pocos institutos públicos que existen (en comparación con el grupo objetivo correspondiente).

Reflexión final

Al inicio de este artículo dije que el modelo educativo de una sociedad y el esquema de privilegios que soporta son coherentes a la luz de los planteamientos marxistas de Aníbal Ponce. En consecuencia, a partir de ello, debe decirse que el esquema político económico de Guatemala es el de un neoliberalismo que tiende a la privatización de todos los aspectos de incumbencia colectiva, sin sentirse obligado a rendir ningún tipo de cuentas (transparencia) ni de resultados (calidad).

Este esquema es funcional a un modelo de concentración de riquezas en una ínfima élite, que reparte una pequeña parte de sus ganancias en los administradores del modelo, y que niega toda oportunidad de desarrollo integral a la mayoría de las personas.

Esta situación se vislumbra en muchos espectros, pero es particularmente palpable en el ámbito de la educación. Como ya se dijo, se está excluyendo de cobertura educativa a grandes proporciones de guatemaltecos y guatemaltecas, y quienes son aceptados, son preparados en términos mediocres, tanto en lo público como en lo privado.