Francisco Sánchez, pequeño empresario, propone manejar los desechos biológicos de forma integral y auto gestionada por medio del lombricompostaje.

Francisco Sánchez propone manejar los desechos biológicos de forma integral y auto gestionada por medio del lombricompostaje. Foto: Andrés Ruiz

Por Andrés Ruiz

–¿Cuánto preocupa el problema de la basura en Guatemala?
–Es un tema que preocupa en todo el mundo, pero se estima que en Guatemala ingresan a diario tres mil toneladas de basura al relleno sanitario de la zona 3. Entre el 40 y el 50 por ciento de esta es orgánica y, según datos municipales, solo el cinco por ciento se recicla, aunque yo pongo en duda este último dato.

–¿Por qué?
–Porque existe una industria alrededor del reciclaje de vidrio, lata, aluminio, hierro, y productos electrónicos. La municipalidad ha permitido esta práctica y son verdaderos monopolios poco visibles y sin regulación.

–Usted comenta que hasta el 50 por ciento de toda la basura es orgánica. ¿Cuál es ésta?
–De las entre dos y cuatro libras y media que producimos diariamente por persona de basura, la mitad es orgánica, lo cual implica que puede retornar a la naturaleza, si hubiese una política que promoviera la separación de los desechos. Me refiero a todo producto biodegradable que nace de la madre tierra y puede regresar a ella. Pero en este país todo se tira de forma indiscriminada a una bolsa: vidrio roto, papel, desperdicios de verdura y carnes, lo cual dificulta la descomposición

–¿Por qué?
–La basura orgánica se descompondría en dos semanas. Pero dentro de una bolsa plástica ese proceso puede tomar años, lo cual genera costos económicos y problemas de salud ya que cuando llueve, las bolsas se revientan y se emite el producto de la descomposición mal manejada, lo cual ocasiona los malos olores que salen del relleno sanitario.

–¿Cómo recolectar la basura orgánica?
–Yo empecé a hacerlo hace 10 años, porque tengo una vocación por proteger la naturaleza. En un curso de agroecología en Chimaltenango me enseñaron y obtuve mis primeras lombrices. El primer paso es separarlo todo. Y después, el desecho orgánico me sirve para generar lombicompost, que trabaja como fertilizante. En el jardín que tengo el privilegio de tener en la ciudad empecé a generar abono para plantas ornamentales y luego, para medicinales. En esta década más personas empezaron a darme sus desechos y como tuve acceso a un pedazo de tierra, amplié la producción. Ahora siembro tomate que no emplea químicos, así como amaranto, lechuga, algunas plantas medicinales y hojas de té.

–¿Distribuye este producto?
–Sí. Yo inicié este proceso de forma urbana en el centro de la ciudad, pero hay una persona en zona 3 que se dedica a lo mismo. Sin embargo, cada vez hay mayor interés, sobre todo de mujeres. Mi producto ya lo demandan en varios sitios, pero por el costo de transporte es difícil ir una vez por semana. Por eso, busco la posibilidad de que los interesados tengan sus propias lombricomposteras, pero esto requiere un buen manejo para evitar bichos no deseados, como sucede ahora en el relleno de la zona 3.

–¿Cuál ha sido su principal dificultad en este negocio? ¿Hacerlo rentable?
–No, eso estaría en segundo plano. El problema en realidad es la falta de educación. La gente no dimensiona lo que producimos de basura y el impacto que tenemos en la naturaleza. La gente que ya tiene la conciencia y separa su basura, no sabe que debe aportar para las lombrices. Por ejemplo, las tortillas no las procesan, ni tampoco hojas de tamal, pan, huesos o productos derivados de aceite. Estos llaman a roedores o cucarachas. Por otra parte, hay gente que mata a las lombrices por asco, cuando tienen un papel muy importante en devolver los nutrientes de la materia orgánica al suelo.

Ahora, si esto fuera un proyecto local de la municipalidad que involucrara a los mercados, sería éxito. Podría ser rentable y un producto certificado que surgiera de una red que se dedicara a ello.


“Esta nota es producto del Diplomado “Periodismo y Desigualdades” impartido por Laboratorio de Medios, S.A. a comunicadores y periodistas de la Federación Guatemalteca de Escuelas Radiofónicas, bajo financiamiento de Oxfam en Guatemala. El contenido es exclusiva responsabilidad de su autor”.