Dispuestos a caminar cientos de kilómetros, familias, jóvenes, hombres y mujeres hondureñas decidieron salir nuevamente en caravana de su país, esperanzados de llegar a Estados Unidos.

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Bajo el sol del oriente guatemalteco en la carretera avanzan grupos pequeños de migrantes que se resisten en volver, descansan lapsos breves bajos la poca sobra que generan los árboles, algunas personas del lugar les regalan agua y alimentos. Aunque caminan preocupados y con temor por la presencia del ejército y la Policía tienen la esperanza de llegar a México o Estados Unidos.

Con las suelas de los zapatos desgastados y profundo cansancio camina lento una familia completa, «no podemos volver», dice la madre hondureña, preocupada y triste por dejar su hogar.

«Los huracanes se llevaron todas las cosas que teníamos entonces nos fuimos a vivir a unas champitas, y cuando volvimos ya nos habían quitado la casa unos mareros, por eso andamos por acá, sino ya nos hubiéramos regresado», lamentó.

Las niñas y niños sonríen, como que estuvieran viviendo una aventura, sus padres y  madres los llevan en brazos la mayor parte del tiempo.

La mayoría de las personas que decidieron continuar con el trayecto son adolescentes y jóvenes, uno de ellos es Marlón de 17 años, cansado de ser golpeado por su orientación sexual decidió tomar una maleta y sumarse a la caravana.

«Soy miembro de la comunidad Lgbt, en mi país no se si todos saben pero las maras nos golpean, nos matan por homofobia, por eso emigramos de nuestros países, talvez para tener vida, para cuidar de nosotros y apoyar a nuestras familias», dijo cuando se le consultó la motivación para emigrar y afirmó no regresar a su país por el peligro que corre.

Algunos jóvenes han tomado la ruta migratoria dos o tres veces. La pandemia no les genera temor, el haberlo perdido todo durante las tormentas Eta e Iota fue el motor de muchos para sumarse al éxodo migratorio.

Mientras descansan, las autoridades de migración detiene a los migrantes en los puestos de control y atención al migrante que mantienen las fuerzas militares y policiacas. María Guadalupe de 24 años, quien viaja con su hija de 7 años, es una de ellas, con lágrimas en los ojos insiste y pide no ser retornada.

«No queremos ir a Honduras de vuelta, no tenemos nada, ni trabajo, quisimos volvernos a levantar y no pudimos (…), nosotros ya estamos acostumbrados a dormir en las calles, enserio, es la verdad de las cosas, quisiera nos ayudaran para que no nos emigrarán a Honduras, la verdad de las cosas yo tengo dos niños y quiero luchar para salir adelante», afirmó con profundo dolor.

Según el Instituto Guatemalteco de Migración del 14 al 19 de enero han sido retornadas 3 mil 459 personas a Honduras. La frontera El Florido y El Corinto han sido  las que reciben a los hondureños y hondureñas que huyen de la violencia y la pobreza.