#Opinión | Jairo Mejía.

¡Arrancó el Ciclo Escolar 2024! ¿O mejor deberíamos preguntarnos, arrancó el Ciclo Escolar 2024? ¿Cuál es la diferencia entre el asombro y la interrogante? Aparentemente, ninguna. A nuestro parecer, el inicio del ciclo escolar en el ámbito público nos genera tanto asombro como interrogantes. Revisemos datos sobre las escuelas públicas que podemos encontrar tras una búsqueda rápida en Google, con resultados en sitios como ojoconmipisto.com, Plaza Pública, Prensa Libre, entre otros. Analicemos las distintas situaciones que nos dejarán entre el asombro y la interrogante.

Imagen generada con Midjourney.

Comencemos preguntándonos sobre el estado físico de las escuelas. ¿Cuáles son las condiciones de la infraestructura escolar pública? Según ojoconmipisto.com, el país cuenta con 49,264 centros educativos privados, por cooperativa, municipales y oficiales. Prensa Libre mostró que, para el 2023, los datos del Ministerio de Educación contabilizan más de 34,000 establecimientos públicos en el país. Si retrocedemos al 2022 podemos obtener de Plaza Pública datos de que el ciclo escolar 2022 para el sector público arrancó con 8,945 centros educativos en mal estado y con necesidad de mejoras en agua y saneamiento. Además, el Mineduc informó que de todos los establecimientos educativos, 40,899 no tienen sanitarios para los estudiantes y la mitad carece de drenajes. ¿Si 48,000 centros educativos en general están en malas condiciones, eso quiere decir que solo existen aproximadamente 1000 centros privados y oficiales en buen estado?

Si no hay sanitarios, drenajes, saneamiento, ¿qué se podría decir de las aulas, de los escritorios, del material didáctico, de los libros, etcétera? ¿Por otro lado, cómo se evalúa en nuestro sistema que el conocimiento adquirido tenga una utilidad en el desarrollo de la niñez? ¿Cómo reacciona el sistema ante la calidad de educación del grueso poblacional? ¿Cuáles son los retos de desarrollo que enfrentamos como consecuencia de la calidad de educación pública? Lo anterior es tan solo la punta del iceberg en cuanto a lo físico. ¿Qué hay de lo académico? Para las niñas y niños: ¿qué tanto se puede aprender en un centro educativo con carencias? Para las y los maestros: ¿qué tanto se puede llegar a enseñar en un lugar así? Existe una serie de videos publicados por Prensa Libre donde se ven a madres y padres buscando escritorios entre desechos en los que llama la resignación de uno de esos padres quien ante la situación exclamó: ¡qué se puede decir, así se vive en Guatemala!

A nuestro modo de ver, el nuevo gobierno, un gobierno que parece querer realizar las cosas como deben de realizarse, tiene una oportunidad de oro para el país: mejorar sustancialmente la educación pública, tanto estructuralmente como académicamente. En lo físico, hay instituciones que han dejado claro qué es lo que hace falta y qué se necesita. En lo espiritual, en lo que hace a la educación ser lo que es, es donde hace falta ese empuje; vemos que en la combinación y balance en la mejora estructural y académica donde está la oportunidad de oro. Conocemos que necesitamos mejores escuelas, mejores aulas y mejores implementos de estudio, pero también necesitamos mejorar en cuanto a lo que se aprende, lo que se enseña.

Creemos que la educación pública debe ser el espíritu de un país, y como tal, debe funcionar como motor vital para la sociedad. El nuevo gobierno tiene la oportunidad de iniciar una revolución en el modelo de la educación pública. Las y los estudiantes de escuelas públicas deberían tener la misma capacidad cognitiva que un estudiante del mismo grado en el “mejor colegio” del país. La línea entre el contenido que se aprende en las aulas públicas y lo privado debe ser competitiva entre sí, y al mismo tiempo la educación pública debe tener un enfoque de educar nuestra élite. No más fugas de cerebros. Como dice la canción, se vale soñar. Soñemos pues en sembrar educación y cosechar desarrollo.

 

@fger_mayakat