Rosalina Tuyuc, coordinadora general de Conavigua, comparte en esta charla cómo la discriminación la afecta a ella y a otras mujeres indígenas en Guatemala.
Por: Rocizela Pérez.
Rosalina Tuyuc, defensora maya kaqchikel de derechos humanos, nació hace 63 años en San Juan Comalapa, Chimaltenango.
Es fundadora de la Coordinadora Nacional de Viudas de Guatemala (Convigua) y fue galardonada con el premio Niwano de la Paz 2012. En 1995 fue electa diputada.
Su trabajo se ha enfocado, además, en la búsqueda y dignificación de la memoria de miles de desaparecidos durante el conflicto armado interno, incluyendo a varios de sus familiares.
–Desde su experiencia personal, ¿cómo afecta a las mujeres indígenas la discriminación?
–Muchas mujeres que han vivido un acto de discriminación aún tienen secuelas del trauma sufrido, esto no les permite contarlo o denunciarlo. Les afecta y marca por el resto de su vida. El racismo ha dejado como consecuencia tortura física y psicológica, por ello muchas abuelas y abuelos lloran al contar sus historia de su vida. Por muchos años han cargado dolor por el desprecio y humillación que vivieron. Estos actos asesinan tu espíritu.
–¿En qué espacios ha sentido más la discriminación?
– En las escuelas porque a veces los maestros y maestras no entienden porqué hablamos nuestro idioma. Muchas mujeres aún cuentan que las castigaban por hacerlo. La discriminación también se vive en el sistema de justicia, porque no te atienden en tu idioma. El sistema de salud no es la excepción: en los hospitales se puede ver cómo debemos hacer fila a la espera de turno, pero entra alguien bien vestido y lo atienden de inmediato. El trato responde a la imagen que das y no por la necesidad que tenés.
Por otra parte, si no se acude al sistema nacional, sino a hospitales de otra categoría antes de pasar a consulta lo primero que nos preguntan es si podemos o no pagar.
–¿Otros ejemplos de esta discriminación casi cotidiana?
–En los supermercados el que te cobra se ríe de nuestro apellido o cómo vamos vestidas. Y también en estos lugares se siente cuando nos ven de reojo como preguntándose si tenemos dinero para pagar por lo que estamos comprando. Y en el caso de los medios, por lo general son los hombres mayas quienes tienen acceso a ellos, mucho más que la mujer.
–¿Cómo se refleja, en líneas generales, la discriminación económica en las mujeres indígenas?
–Sobre todo en los salarios. Estos por lo general son diferenciados para hombres y mujeres, aunque los dos tengamos la misma capacidad. Asimismo, siempre se regatea la producción y ventas del trabajo de las mujeres indígenas. Incluso, en algunos casos se nos paga con billetes falsos. Esto también es racismo y discriminación, porque se ve de menos y se engaña a una persona a quien se ve de menos. En un supermercado eso nunca puede pasar.
–¿Cómo romper estos patrones?
–Es difícil porque todo es un círculo. Las mujeres no tienen capacidades económicas y por tanto, no pueden acceder a educación ni estudios académicos. También se da el caso de que una niña puede tener toda la capacidad, pero si utiliza su traje regional o tiene apellido maya, no se les otorga con tanta facilidad becas de estudio, aunque tenga mejores calificaciones que otros aspirantes. No son las abanderadas. Prefieren escoger a una persona que por su nombre o apellido resalte. Lo cual también sucede en el ámbito laboral.
–¿Qué hay de la discriminación política en mujeres indígenas?
– Aunque las mujeres tengan liderazgo y capacidad, en los partidos políticos nunca ocupan las primeras casillas. En los puestos claves de toma de decisión de estas organizaciones tampoco les abren las puerta. Muy pocas, casi ninguna han tenido puestos ejecutivos en estos ámbitos. Ello a pesar de que somos las que más votamos, pero eso no implica que se nos informe de los planes del gobierno o de cómo se empleará un presupuesto.
–¿Cómo se ven afectadas las relaciones sociales cuando se discrimina a una mujer indígena?
–Se rompen confianzas, afecta una relación de amistad no a un trabajo colectivo, además de los efectos psicológicos. Pero cuando uno ya tiene conocimiento de sus derechos puede ayudar a otras mujeres a que no pasen lo mismo. Uno se indigna por el golpe que uno recibe o por la incapacidad de reaccionar ante un acto de discriminación. Sanar depende de los niveles de aceptación de la persona y la etapa espiritual, moral y física pueden demorar meses o años. Debemos entender que el racismo lastima la dignidad y honor de las personas.
–¿Qué medidas urge adoptar para superar el racismo y la discriminación, según usted?
–Necesita crearse una ley específica que aborde con mayor propiedad este tema. Es también importante que se conozcan y se discutan en grupos colectivos estos conceptos, cómo se impulsan, quién lo transmite. En Guatemala el racismo se se instauró desde la Colonia y tiene mayor peso cuando viene del Estado y sus actores son funcionarios públicos.
Por esto es un tema que debe estudiarse, incluirse en la currícula escolar. Es importante educa y fortalecer las leyes, pero también es urgente que por medio de talleres sicológicos se atienda a los que lo hemos vivido, porque deja huellas imborrables en la mente.
“Esta nota es producto del Diplomado “Periodismo y Desigualdades” impartido por Laboratorio de Medios, S.A. a comunicadores y periodistas de la Federación Guatemalteca de Escuelas Radiofónicas, bajo financiamiento de Oxfam en Guatemala. El contenido es exclusiva responsabilidad de su autor”.